Introducción
El adenocarcinoma de recto en estadios avanzados, principalmente metastatiza a nivel de ganglios linfáticos, hígado pulmón y óseo[1]. La afectación metastásica a nivel peneano debido a tumores rectales es rara, con una frecuencia del 15,7% del total de metástasis en dicha localización[2]. Son indicadoras de mal pronóstico, ya que la supervivencia tras su aparición es limitada[3].
Caso clínico
Varón de 71 años con antecedentes de fibrilación auricular y diabetes mellitus 2. Intervenido 54 meses antes de resección anterior baja por adenocarcinoma de recto bien diferenciado, con bordes quirúrgicos libres de tumor y 3 de 17 ganglios positivos, pT3N1bMx (tras neoadyuvancia) con terapia adyuvante posterior (Figuras 1 y 2).
En seguimiento, se diagnostica de metástasis única hepática y se remite a Urología por úlcera única en glande no dolorosa. En analítica presenta CEA 7,7 ng/ml y Ca 19,9 15,0 U/ml. La eco-doppler identifica tumescencia peneana grado I (Figura 3) y se realiza biopsia con diagnóstico histológico de metástasis de adenocarcinoma colorrectal (CK20+, CK7- y CDX2+) (Figuras 4 y 5).
Se decide penectomía parcial, pero por evolución tórpida se convierte a penectomía total. El paciente falleció cuatro meses después por progresión de la enfermedad.
Discusión
Las metástasis en pene son muy raras e indicativas de mal pronóstico. En 1870 se publica, por primera vez, un caso de metástasis en pene, existiendo 480 casos descritos en la literatura[3], siendo la serie más larga publicada por Chaux et al.[4].
La metástasis peneana de tumores primarios de recto forman un subgrupo excepcional. Hay descritos menos de 25 casos publicados con dicha asociación, siendo la primera publicación encontrada en 1950[1],[4],[5]. Aproximadamente, el 70% de las metástasis en pene son debidas a tumores malignos urológicos[4], (vejiga y próstata 30% cada una), el 21% ocasionadas por tumores gastrointestinales, sobre todo por cáncer de colon-recto y 4% cáncer de pulmón[3],[6]. Existen casos aislados publicados de origen gástrico, esofágico, ureteral, ano, etc.[6]
La localización habitual es cuerpos cavernosos que supone un 70%, en cuerpo esponjoso y glande 10-12% y prepucio <10%[7].
La presentación clínica, más frecuente, es de tumoración palpable, nódulo o úlceras (50% de los pacientes presentan un nódulo único en pene y 34% nódulos múltiples), dolor y hematuria[1],[3],[4]. También puede debutar con priapismo doloroso[8].
El diagnóstico se basa en la sospecha clínica por los antecedentes personales que orientan a enfermedad metastásica, exploración física, pruebas complementarias (ecografía doppler, TC y PET) y confirmación histológica mediante biopsia, PAAF o pieza de resección[1],[3],[9]. La biopsia es el método diagnóstico de elección[7].
La aparición de metástasis en pene representa un estadio oncológico avanzado y enfermedad diseminada en el 80% de los casos[10]. En 50% de los casos las metástasis aparecen tras 18-24 meses desde el diagnóstico inicial[1],[3],[4]. El tratamiento, habitualmente paliativo, es controvertido[4], dependiendo de la localización, clínica y estado general del paciente, así como estado oncológico. Se describe legrado de la lesión, penectomía parcial en lesiones únicas y extremo distal del pene o penectomía total en lesiones extensas acompañadas de invasión de cuerpos cavernosos.
El pronóstico es sombrío con una supervivencia en la mayoría de los pacientes inferior a doce meses desde su diagnóstico[3],[4],[6].